viernes, 7 de abril de 2017

Amanecer sudando



Cazar besos y versos al aire
como el que caza mariposas.
Andar y desandar la piel del mundo.
Subir al primer tren que pase sin saber a donde va
y perder, por fin, el Norte.
Sentarse una tarde de abril
a llorar las penas que no se lloraron a tiempo.
Aprender, a fuerza de dolor y golpes
el noble ejercicio de la espera.
Amanecer sudando, olvidar el olvido,
vivir la noria abrupta de la vida loca.
Y chocarse contra el canto de los juncos,
restregarse contra el verde de la hierba,
Alegrarse otra vez de andar otra vez
entre los muertos
que nunca jamás gozaron de un digno entierro.
Paladear la hiel de los fracasos,
perderle el miedo al sufrimiento.
Y en un vuelco, de repente,
sin previa explicación o aviso,
verse al calor del hogar,
a la lumbre de la chimenea,
y dormir tranquilo,
satisfecho por saber que se ha vivido.

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